Una tarde

Unas gallinas
alrededor de la casa
picotean el pasto ralo.
Atardece.
Adentro se cocina el arroz
sobre el anafe de la garrafa.
El ajo crudo tiene menos
secuelas que el cocido;
se siente el olor hasta en los cuartos.
Hay pocos ruidos: el agua que hierve,
los golpes secos del cuchillo en la tabla,
el zumbido del gas que se quema,
un perro lejano, uno de nuestros grillos.
Las cosas nunca se copian con tanta belleza,
como esas nubes grises que avanzan
en remolino lento desde allá
y que van a tapar la uña de la luna cuando salga.

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