esto tan lindo que hay en Rosario (parte de un mail a un amigo de Buenos Aires)

Chiqui González es mil cosas importantes y no parece ninguna de ellas cuando te habla. Es la voz más acariciante que conozco.
Nació en el mismo año que mis viejos (me acabo de enterar mientras buscaba algún datito para agregarle a esto); si bien tiene muchos rasgos comunes con su generación, se sale de ella de una manera en que me siento tocada.
Parezco de una secta, vendiéndote mi sanación por mail. Bueno, modero, modero el entusiasmo.
La cosa es que cuando llegué a Rosario, hace casi ocho años, me faltaban espacios propios. Seguía estudiando en Puan (viajaba una vez por semana), tenía changas que hacía en casa, poquísimos amigos aquí. El primer lugar que sentí mío acá --además del cielo amplio y el horizonte de edificios y río que veía desde mi balcón-- fue el tríptico de la infancia.
Un día, mientras caminábamos por Parque Independencia (tal vez lo conozcas, es un parque muy grande, antiguo, con un lago artificial y botecitos; es el paseo tradicional de los domingos: Juan iba con su mamá y su hermano cuando era chico), llegamos a unas puertas con rejas. Había que pagar dos pesos para entrar, pero era voluntario.
Se veían unas máquinas oxidadas donde chicos con arneses se tiraban como volando, y un barco hecho todo con cuerdas donde los nenes se trepaban y saltaban. No había ni un solo puesto donde te vendieran algo. Vimos una casita que había sido de leonardo da vinci, y allí estaban las huellas de sus inventos. un mecanismo con ruedas traía agua desde el fondo y movía unos engranajes. Muy lindo.
Pero el impacto fue entrar en un edificio al que accedías por una rampa y que tenía unas esculturas de lata en la puerta. Cuando entré y vi lo que había adentro, sentí que lo todo eso lo había pensado alguien amigo, alguien a quien también le gustaban los detalles, las cosas bellas, esa simplicidad profunda, la ternura.

No te lo describo mucho porque es difícil explicar sólo con palabras cómo son estos lugares. Todo allí se la pasa transmitiéndote que no hay un solo lenguaje para agarrar la realidad y jugar con ella. Te pego algunas fotos, pero tampoco alcanzan; en realidad, nunca alcanzan pero bueh.
Ella, Chiqui, es la responsable de que exista la Isla de los inventos, el Jardín de los niños y la Granja de la infancia, junto con su equipo de artistas plásticos, actores, escenógrafos, constructores... ahora parezco un folleto municipal. che, qué difícil esto.
El tríptico está dirigido a chicos y chicas de cualquier tamaño, forma y color y la búsqueda permanente es reflexionar sobre la ciudadanía, recuperar el espacio público, los lazos comunitarios, el valor de los procesos y de las cosas hechas a mano.
Los tres lugares se construyeron sobre edificaciones ya existentes: la isla era una estación de trenes, el jardín fue antes un zoológico y la granja un depósito de chatarra o algo así. La intervención en el espacio toma en cuenta la historia pero hace algo nuevo con ello. Muy interesante.

El año pasado se abrió la Escuela del tríptico, para adultos (convocaban a artistas, carpinteros, docentes, constructores, todo muy variadito). Me anoté sin saber qué era ni qué podía yo aportar. Y me aceptaron. Y desde el primer día fue todo fue sorprendente y maravilloso.
Por suerte nos queda un cuatrimestre más de cursada, el de la terminalidad: podés elegir entre dispositivos lúdicos (construcciones), montaje (para las puestas) y coordinación (la parte pedagógica). Yo elegí las dos últimas, veremos en qué termino.
En la Escuela encontré un enorme grupo en el que cuajaba sin esfuerzos y me nutrí de muchos otros, que me pasaron sus lenguajes. Ahora soy consciente de que no me basta la escritura para lo que haga, que quiero explorar todos los territorios expresivos que pueda (aunque mi casa sean las palabras). Logré dar unidad a las cosas que me tenían tan dispersa, y encontré la pequeña intersección que buscaba donde confluyen productivamente las esferas del arte y la política.
Finalmente entendí para quién yo quería escribir y por quién ser leída.
Más o menos eso. Lamento por vos que me haya salido tan largo, vos que me pedías que te contara "un poco". pero a mí me vino bien esta verborrea: creo que voy a adaptarlo para hacer una entrada del blog, porque tengo más amigos que no saben qué es esto tan lindo que hay en Rosario.
las fotos son de Ceci Roldan,
Lucas Mordini Cavallone, Rodo Succar y Ale Mendoza

5 comentarios:

Anónimo dijo...

bello, como vos..
Tan lindas palabras!
El trip es esa sonrisa de oreja a oreja que llevamos cada fin de semana después de un encuentro, es eso que no podemos decirles con palabras a nuestros amigos y a la familia, pero que ellos sienten a través de nuestra piel, de nuestra risa, de nuestra casa llena de esos objetos-sujetos que nos regalan cada sábado. Es la magia de la vida presentándose a cada instante.
Mariu

Anónimo dijo...

la delicia misma puesta en palabras tan simples como exactas y genuinas. un placer leerte y volver a repasar sobre esto tan lindo que estamos recorriendo. ojala empecemos ya!
bsos muchos!
sabrina

Unknown dijo...

Como ya dije...hacés dulce con las palabras, gracias por compartir esto con nosotros y por volvernos a hacer acordar esto tan lindo que es la escuela. Te quierooooo!
Negra

Belu Torras dijo...

Ahorita ya! quiero volver a Rosario a conecer esos tesoros

paZ dijo...

¡¡serás muy bienvenida!!
venite este sábado así volás en la máquina de volar, recién reparada.