Más libros


Cuando mi hermano Andrés --el primer hijo del segundo matrimonio de mi madre-- salió de la adolescencia, empezó a trabajar en una librería de usados, parecida a la que se llevó a Eva Luna y compañía. Mi hermano también heredó la manía de acumular libros.
Un día, por teléfono, alguien le pidió que fuera a tasar una biblioteca con libros en italiano y en francés, de marxismo, de filosofía, de sindicalismo.
Se nos perdieron tantos objetos por el camino, entre allanamientos, exilio, desexilios, mudanzas, desmembraciones, separaciones, remates y liquidaciones, que le resultó maravilloso intuir y luego confirmar que se trataba de una parte de la biblioteca de su padre.
Pero lo sorprendente no es que efectivamente eran los libros paternos, que habían quedado en el departamento al que aquél había vuelto al separarse de nuestra madre; tampoco que la ex ex esposa hubiera elegido al azar justo esa librería entre todas las de Corrientes para liquidar su herencia, ni que ella no desistiera de cobrárselos cuando se reconocieron mutuamente.
Lo que sorprende del asunto es que él sintiera hacia ella una pena infinita y que la consolara por la pérdida común.
Los libros están a salvo en su biblioteca y lo que menos importa es que sean leídos.

No hay comentarios.: